Hace poco menos de 350 años John Locke, considerado como uno de los padres del Liberalismo clásico, declaró que todos los hombres son iguales y libres. Durante éste tiempo me parece que el único ajuste debería ser sustituir hombres por personas, pero el concepto sigue más vigente que nunca.
Desgraciadamente la desigualdad no sólo afecta a un género o condición particular, nos afecta a todos aunque no por igual, cada “grupo” sufre de ciertas injusticias dependiendo de su condición.
Efectivamente las mujeres sufrimos de acoso, menores salarios por el mismo trabajo, abusos, violencia, somos objetivadas, entre otras muchas cosas que podríamos enlistar. Y ésto varía por continente, país, región, ciudad, etc., particularmente en México cada día una mujer que va a su trabajo, ve afectada incluso su forma de vestir por esto “Hoy voy a usar transporte público o caminar por una zona no muy segura o voy a ver al cliente que no me quita la vista de encima; mejor no me pongo falda, o ese vestido que me encanta, mejor pantalones, jeans y tapadita”. Hombres, apuesto que no dejan de ponerse la camisa que es su favorita sólo porque van a viajar en metro hoy o van a ver a la compañera que les coquetea.
En lo que respecta al ámbito laboral, definitivamente sueldo y puesto deberían determinarse por méritos y resultados, no por el género. Tener leyes que obliguen a que haya un cierto porcentaje de mujeres en una junta directiva o puestos públicos, me parece una medida “necesaria” en principio, pero no justa. Porque no garantiza que la persona (sin importar el género), sea la adecuada, no sería justo para Juan que ha demostrado que se merece dicha posición no la tenga porque se le otorgue a Ana cuando no tiene todas las credenciales, sólo por cumplir la cuota. Entiendo que por algo debemos empezar pero habrá que auditar y en algún punto eliminarlo.
Volviendo a la frase de Locke, la igualdad también trae obligaciones y responsabilidad. Como mujeres está en nuestras manos involucrarnos más en campos dominados hoy por hombres. Nuestro reto como padres, hombres incluidos, es generar curiosidad y educar a nuestras hijas para que consideren áreas en las que las mujeres hoy no figuramos.
Pero no hay que olvidar que los hombres también sufren la inequidad, son víctimas de los estereotipos, deben cumplir un cierto rol, también reciben mucha presión, de forma diferente pero en definitiva no están ni cerca de ser inmunes a la desigualdad o injusticias.
Busquemos equidad en todos los aspectos, reconociendo las necesidades particulares de cada persona.