Pareja Savanna Pumé cazando en los llanos de Venezuela  (Fotografía de Russell D. Greaves)

Aunque hoy en día, en la mayoría de países del mundo damos por sentado que la semana laboral es de 5 días, esto no siempre ha sido así. La semana, ni siquiera lleva tanto tiempo siendo de 7 días. Por ejemplo, en el euskera, un idioma hablado en una pequeña región al norte de españa, lunes, martes y miércoles, se llaman astelehena, asteartea y asteazkena, que traducidos serían: principio de la semana, entre semana, y final de la semana, dando a entender que las semanas sólo tenían 3 días.

Los primero indicios históricos de la semana de 7 días vienen del judaísmo, del siglo VI antes de cristo. Por ejemplo, en la antigua Roma, cada 8 días se celebraba un día llamado nundinae, que era el día de mercado y en el que los estudiantes no tenían que ir a clase. Otro ejemplo curioso, es el del calendario chino, en el que ya desde la Edad de Bronce, los días se agrupaban en semanas de 9 o 10 días, conocidos como xún (旬), de forma que los meses se dividían en 3 xún. Japón también adoptó este sistema, varios cientos de años después, y también lo hizo Corea, con los nombres de jun (旬) y sun (순,旬) respectivamente.

Por lo tanto, antes de hablar de semanas de 3 días laborales, debemos entender cómo llegamos a las semanas de 7 días actuales, con uno o dos días festivos. El concepto moderno de semana y fin de semana comenzó en el Reino Unido, a principios del siglo XIX, y el fin de semana era un acuerdo voluntario entre los dueños de las fábricas y los trabajadores. Los patrones ingleses empezaron a permitir a los trabajadores salir a las 2pm el sábado, a cambio de de que estos llegaran sobrios y descansados el lunes.

Esto nos lleva a pensar que este día medio festivo adicional, además del domingo que ya disfrutaban, sirvió para aumentar la productividad, ya que de otra manera, hubiera sido difícil que los propios patrones fueran los que propusieran esta medida. Y esto es consecuente con las observaciones de que el trabajo esclavo tiene muy baja productividad [1]. De esto, podemos deducir que existe un límite superior a los días seguidos sin descanso que pueden trabajar las personas, y que a partir de cierto punto la productividad se vuelve negativa.

Llegados a esta primera conclusión, puede resultar interesante echar la vista aún más atrás, y lo que descubrimos puede sorprender al lector. Antes de que la especie humana desarrollara la agricultura, cuando toda la humanidad era aún cazadora-recolectora, el humano promedio trabajaba significativamente menos. Dos de los autores más respetados en la materia, Richard Borshay Lee e Irven DeVore, explican lo siguiente en su libro “Man the Hunter”:

Fue una sorpresa para muchos que incluso los cazadores “marginales” estudiados por etnógrafos realmente trabajaban pocas horas y explotaban fuentes de alimento abundante. Muchos de los grupos de cazadores vivían trabajando únicamente entre 2 a 4 horas al día y no se observaron ningún rasgo de las crisis que generalmente se le atribuyen a las sociedades cazadoras. [2]

Aunque existen distintas estimaciones, el consenso académico es que primero la agricultura y después la sociedad industrial incrementaron en gran medida el tiempo dedicado a trabajar. En este punto me gustaría recomendar Sapiens: A Brief History of Humankind de Yuval Noah Harari, quien ilustra el día a día de la humanidad en niveles pre-agrícolas.

Quizás lo más correcto sea ver el tema que estamos tratando desde una perspectiva socioeconómica, a un nivel muy macro, ya que al igual que existe un límite superior a la semana laboral también existe un límite inferior. Este límite inferior no aplica de manera individual, puesto que hay personas que nunca trabajan de manera formal en toda su vida. Sin embargo, este modelo de cero días laborales por semana no lo podemos extender a toda la sociedad porque esta colapsaría. Por lo tanto, debe existir un mínimo de días o de horas laborables que cada miembro de la sociedad debe aportar de media. Aquí entra un factor bastante subjetivo a la hora de determinar cuál es el nivel de producción mínimo que necesita una sociedad. ¿Sirve con que nadie muera de hambre, o debemos ir más allá y proveer una vida digna a cada uno de los miembros de la sociedad? Parece que en la mayoría de sociedades modernas, el mínimo lo establecemos en que todos los miembros puedan disfrutar de una vida “digna”, aunque luego definamos ese término de distintas maneras. Por lo tanto, podemos concluir que el número de días laborables en la semana deberá ser mayor al número de días necesarios para proveer un nivel de vida digno a cada uno de sus miembros.

Por lo tanto, empezamos a ver la relación entre días laborables y productividad, ya que sociedades más productivas, serán capaces de proveer ese nivel de vida digna trabajando menos días. Esto nos podría llevar a pensar que existe una correlación entre las horas trabajadas y el nivel de productividad de los países, sin embargo cuando miramos las estadísticas vemos que la correlación no es tan clara, puesto que existen países como Corea o Estados Unidos, que a pesar de tener niveles de productividad muy altos, también trabajan muchas horas en términos relativos. No obstante, no vemos el ejemplo contrario, países de baja productividad que trabajen pocas horas. Esto nos lleva a pensar que los países en desarrollo todavía no han llegado al nivel de productividad suficiente para empezar a reducir sus semanas laborales.

Por otro lado, también vemos que las semanas laborales tienen que ver con los derechos de los trabajadores. Los dos países arriba mencionados, Estados Unidos y Corea, no son conocidos como bastiones socialistas, y sabemos que el poder de los sindicatos es muy reducido. Más allá, también vemos que incluso en países democráticos, donde los trabajadores tienen relativamente bastante poder, como en Europa, existen leyes que limitan el número de horas y de días que pueden trabajar los empleados. Esto podría hacernos pensar, que si dejamos la decisión en manos de los patrones, éstos harían trabajar a sus empleados el máximo posible. Además, podemos asumir que los patrones desean maximizar su utilidad, por lo que la tesis de que se puede producir lo mismo o más trabajando menos horas parecería contraria a cómo lo ven los patrones.

Si recapitulamos, vemos que tenemos un mínimo de días laborables establecido por la producción mínima para dar una vida digna a todos los miembros de la sociedad, un máximo, determinado por la fatiga que podría producir trabajar día tras día sin ningún descanso. Y además tenemos dos fuerzas, los empleados, que desearían trabajar menos días y los patrones que prefieren que los empleados trabajen más días.

Si miramos la literatura científica, veremos que hay estudios que indican que disminuir el número de horas trabajadas aumenta la producción [3] y otros que apuntan que a pesar de la caída de la productividad la producción total aumenta a medida que aumentan las horas trabajadas [4]. En este aspecto, sabemos que en la mayoría de las jurisdicciones hay un costo fijo asociado a contratar un trabajador, por lo que si un trabajador cuesta 100 a la empresa, dos trabajadores que trabajan la mitad de horas no cuestan 100 (50+50) sino 120 (60+60). Por esta razón, en general, los patrones prefieren que sus empleados trabajen más en lugar de contratar más trabajadores. Sin embargo cada empresa es un mundo: la cultura, los sueldos, la productividad… difieren en gran medida de una empresa a otra, incluso entre dos empresas situadas una junta a la otra.

Debido a esta diversidad, creo que es difícil encontrar una medida que sirva para todo el mundo. Siempre y cuando no exista esclavitud, y las sociedades tengan los incentivos adecuados para que todos sus individuos puedan tener un nivel de vida digno, considero que cada empresa y cada sociedad debería encontrar su propio punto de equilibrio. Para tomar esta decisión la ideología juega un papel muy importante, porque mientras algunas sociedades deciden resolver la ecuación de horas trabajadas para maximizar las horas de ocio de los trabajadores, otras sociedades preferirán maximizar el crecimiento económico.

En mi opinión las sociedades no deben imponer una posición u otra a las empresas, y deberían dejar en manos de los patrones la decisión de cuántas horas deberían trabajar sus empleados. Para ello es muy importante que existe la suficiente flexibilidad laboral, para que los empleados puedan rechazar aquellos trabajos que consideren demasiado demandantes, y por lo tanto los patrones tengan que reducir los requerimientos. Al igual que los sueldos son parte de la negociación, las horas, días y condiciones de trabajo también deben formar parte de la negociación, por lo que si tanto el patrón como el trabajador están felices con una semana laboral de 3 días, nada debería impedir poder llegar a este acuerdo.

[1] TY - JOUR T1 - The Low Productivity of Southern Slave Labor: Causes and Effects A1 - Genovese, Eugene D. JF - Civil War History VL - 9 IS - 4 SP - 365 EP - 382 PY - 1963 PB - The Kent State University Press SN - 1533-6271 UR - https://muse.jhu.edu/article/415528 N1 - Volume 9, Number 4, December 1963 ER  Sci-Hub: https://sci-hub.tw/https://muse.jhu.edu/article/415528/pdf

[2] Lee, R., DeVore, I. (1968). Man the Hunter. New York: Routledge. Capítulo 4: What Hunters Do for a Living, or, How to Make Out on Scarce Resources https://www.taylorfrancis.com/books/e/9781351507462/chapters/10.4324%2F9780203786567-6

[3] Marion Collewet, Jan Sauermann, Working hours and productivity, Labour Economics, Volume 47, 2017, Pages 96-106, ISSN 0927-5371, https://doi.org/10.1016/j.labeco.2017.03.006.  http://ftp.iza.org/dp10722.pdf

[4] H. Randolph Thomas, Karl A. Raynar, Scheduled Overtime and Labor Productivity: Quantitative Analysis,1997, Journal of Construction Engineering and Management, 181-188, 123, doi:10.1061/(ASCE)0733-9364(1997)123:2(181) https://ascelibrary.org/doi/abs/10.1061/(ASCE)0733-9364(1997)123:2(181) Sci-Hub: https://sci-hub.tw/https://ascelibrary.org/doi/abs/10.1061/(ASCE)0733-9364(1997)123:2(181)

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